Encuadre, perspectiva, composición, estos puntos de vista; así como muchos otros, siempre relativos al trabajo con las imágenes son lo que hacen que cada una de las tomas que realizamos difieran entre sí dando una información, un realce y que a su vez transmitan visiones muy distintas de lo que en unas u otras se puede llegar a captar.
Repasando unas fotos que hice a una pequeña cascada en el Área Recreativa de La Fuensanta, Parque Natural de Sierra de las Nieves, encontré precisamente dos fotos que hice y que recuerdo perfectamente que la intensión fue captar distintas formas de ver y entender la interpretación de ese marco que ofrecía dicha cascada. En una primera imagen intenté captar la típica foto que suele ser agradable, simple, relajante y que muestra esa sedosidad del agua al captarla a velocidad lenta y un encuadre un poco rebuscado de ese tronco viejo, de corteza rugosa y musgo verde tras el que se veía el arco formado por las ramas de una vieja higuera y en ese encuadre la cascada propiamente dicha. Esta imagen puede resultar, dentro de su repetitiva composición, pues interesante.
Pero ahora vamos con la siguiente toma que realice, y que en más de una ocasión suelo hacer, se trata de la misma cascada, pero con un encuadre distinto, más directo a la propia cascada, con una perspectiva más dura, tan sólo marcada por ese punto que separa la profundidad desde la vista del primer plano de la higuera y el salto de la cascada. En este caso la velocidad de obturación aumenta para congelar un poco el movimiento del agua y así mostrarla en su movimiento más natural y bravío. Esto puede dar como resultado una foto más fría, menos relajante, algo menos agradable y un tanto “vacía”, pero sin embargo no siempre coincidimos todos en nuestros gustos, en nuestra forma de ver y apreciar lo que transmite una imagen, seguro que hay quien ve una con una visión indiferente mientras que la otra le hace fijarse, intentar encontrar algo en ella, y le resulta más atractiva que la otra.
Puntos de vista que no siempre son coincidentes, formas de entender nuestro entorno y lo que transmite. En casi todos mis artículos en los que hago referencia precisamente a estos asuntos de las divergencias entre el entendimiento y los gustos, digo que la imagen, como todo en esta vida, queda a juicio del espectador y él es quien dirá cual es la buena o la mala, según su criterio.
Para mi tan buena son una como la otra, independientemente de que las dos en sí, como trabajo de fotografía pueda dejar mucho que desear.
Repasando unas fotos que hice a una pequeña cascada en el Área Recreativa de La Fuensanta, Parque Natural de Sierra de las Nieves, encontré precisamente dos fotos que hice y que recuerdo perfectamente que la intensión fue captar distintas formas de ver y entender la interpretación de ese marco que ofrecía dicha cascada. En una primera imagen intenté captar la típica foto que suele ser agradable, simple, relajante y que muestra esa sedosidad del agua al captarla a velocidad lenta y un encuadre un poco rebuscado de ese tronco viejo, de corteza rugosa y musgo verde tras el que se veía el arco formado por las ramas de una vieja higuera y en ese encuadre la cascada propiamente dicha. Esta imagen puede resultar, dentro de su repetitiva composición, pues interesante.
Pero ahora vamos con la siguiente toma que realice, y que en más de una ocasión suelo hacer, se trata de la misma cascada, pero con un encuadre distinto, más directo a la propia cascada, con una perspectiva más dura, tan sólo marcada por ese punto que separa la profundidad desde la vista del primer plano de la higuera y el salto de la cascada. En este caso la velocidad de obturación aumenta para congelar un poco el movimiento del agua y así mostrarla en su movimiento más natural y bravío. Esto puede dar como resultado una foto más fría, menos relajante, algo menos agradable y un tanto “vacía”, pero sin embargo no siempre coincidimos todos en nuestros gustos, en nuestra forma de ver y apreciar lo que transmite una imagen, seguro que hay quien ve una con una visión indiferente mientras que la otra le hace fijarse, intentar encontrar algo en ella, y le resulta más atractiva que la otra.
Puntos de vista que no siempre son coincidentes, formas de entender nuestro entorno y lo que transmite. En casi todos mis artículos en los que hago referencia precisamente a estos asuntos de las divergencias entre el entendimiento y los gustos, digo que la imagen, como todo en esta vida, queda a juicio del espectador y él es quien dirá cual es la buena o la mala, según su criterio.
Para mi tan buena son una como la otra, independientemente de que las dos en sí, como trabajo de fotografía pueda dejar mucho que desear.
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